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sábado, 23 de julio de 2011

MíTiCo DuBLíN SuMMeR 2oo8

Mítico, así es la palabra de moda, aunque no es suficiente para contar nuestra historia… Más aún, un cúmulo de pequeñas historias que brotaron desde cada rincón del país para unirse en Madrid y crecer en destino común durante tres semanas en Dublín.

Los detalles de estas historias no los conocemos… pero a grandes rasgos, sería algo así:

Todos conocíamos el punto de encuentro: unas miradas tan furtivas como tímidas pasaban de unos a otros… y a las maletas… Reinaba tensión en el ambiente y nuestro monitor, sin aparecer.

Empezamos a preguntarnos: ¿eres de Interway? ¿Vas a Dublín? Y, al final, ya por fin nos deslumbró una mochila amarilla. No había dudas: era él, nuestro “leader”. Y todo sucedió con rapidez: facturación de maletas, pasar el control, algunas despedidas familiares… Y ya estábamos allí, esperando a embarcar, y mientras sucedían las primeras radiografías intensivas: familia o residencia, de dónde eres, fumas, es tu primera vez…

Ya en el avión conocimos un poco mejor al leader, Gus. Nos hizo creer que sufría jet lag porque acababa de llegar de California… pero nos dimos cuenta de que el jet lag le duró ¡¡las tres semanas!!

¡Llegamos! Nos metieron en un minibús donde intercambiamos los primeros números y cuando nos quisimos dar cuenta, nuestras familias nos estaban esperando ya (¡vaya coches!) y los de UCD empezaron a formar su propia familia.

21 de julio à primer día de cole: que si el test de nivel, que si hay que comprar libro, que si hay que cambiarse de edificio ¡más lejos aún!, que si no tenemos comida… ¡¡a lo que hay que añadir de que muchos no teníamos ni idea de cómo llegar a Kildare St!! ¿En bus o en tranvía? Menos mal que los chinos al final sacaron unos restos de comida y comimos algo…

Los siguientes días de la primera semana transcurrieron con relativa tranquilidad… excepto para Estefanía, la gaditana a todos los efectos. Si a mí me cayó la estrella, a ella la tocó el cirio negro: cae enferma, pierde los tickets de la comida, rompe el cargador del móvil y vive donde Cristo perdió las chanclas.

Durante estos días nos dedicamos a visitar la zona del Temple y las Guiness, donde pudimos comprobar la crisis económica y además aprendimos ciertas costumbres irlandesas, como que dejar un posavasos tapando la guiness que está en la barra junto al paquete de tabaco y con un taburete, significa “no robar el sitio que estoy fumando fuera”.

Total, que estábamos: 3 gallegos, un asturiano, un riojano, 4 aragoneses, un catalán, 3 madrileños, 4 castellano-leoneses, 3 extremeños, 3 andaluces y 2 murcianos. Y entre sollozos, lamentos y gritos de desesperación llegó la Business… y le gustamos tanto que se quedó con nosotros… y nosotros flipando claro…

Durante la primera semana, la zona de quedada era el Starbucks, aunque después se trasladó a Molly Malone (pescadera de día, p… de noche) aunque el viernes 25, sólo hubo un lugar donde quedar: in the UCD (aunque antes de eso descubrimos algunos sitios con olores muy “peculiares”). Pues eso, que el día 25, día de botellón en la resi de Belgrove, fue la noche en la que se tomaron las grandes decisiones (pequeños incidentes en el apartamento de los gallegos aparte).

Aunque también fueron días para señalar en el calendario, los jueves de las fiestas en el Redz, donde la música dejaba mucho que desear pero que apenas se apreciaba debido a la gran oferta en bebidas que se ofrecían…
Pero si por algo destacaron las fiestas del Redz, no era por lo que nos costó conseguir entradas, ni por los estragos que causó el italiano de mi clase (compañero de casa de Miguel Ángel, el cual se divirtió a lo grande haciendo de celestino), ni porque Bruno nos abandonó por irse con los de su clase y después a un after (aunque muchos recordamos su momento happy en el Burger King)… estos días los recordaremos porque Rubén batió todos los récords de audiencia cantando el “camarero camarero” (sugerencia: deberías plantearte realizar una recopilación), el cual fue el centro de atención de todos los españoles y de flashes de cámaras que le grababan… claro que también fue el centro de atención de los cuerpos de seguridad… ¡pero no nos importó! y la fiesta continuó en la calle con más camareros y más “¡irlandés el que no bote!”

Momentos que, sin duda, no se olvidan fácilmente… yo diría que estos momentos fueron míticos… (cómo gozamos) sólo superados por una canción que convertimos en himno:


Pues sí, la Rianxeira gallegiña que se acabó contagiando…         
Y anécdotas a relatar como éstas, miles hay:
    • Como esos chistes en el bar de las escaleras…
    • Como Rubén persiguiendo a los ciervos en el Phoenix Park
    • Como el día que la Business se metió entre Jose y yo mientras hablábamos cuando paseamos hacia el puerto (todavía no encuentro una explicación de cómo pudo ocurrir… si sabía que Gus era su amor platónico)
    • Como el viaje a Galway y a Belfast
      • ¿Cuánto faltaaaaaaaaaa??
      • ¿Y ahoooooraaaaaaaaaaa?
      • Los debates con Marina
      • La plancha del pelo en los baños de los bares
      • La maleta de Estefanía (y su naranja)
      • Los calcetines de David y el pijama de Rubén
      • Las diferentes maneras de jugar al veo veo
      • Subiéndonos en el pez gigante…
      • Las míticas carreras para no perder el bus…
      • ¿Y cuándo nos metimos en aquella iglesia donde nos ofrecieron zumos y galletas, nos dejaban ir al baño con aquel… ser, nos interrogaron y nos emparejaron?
    • ¿Recordáis también el día que fuimos a las carreras de galgos? La verdad es que los niños con los sombreros estaban geniales… si es que ellos sí que saben comprar… sobre todo cuando aprovecharon en el centro comercial de Drum drum y les tuvimos que esperar…
    • El intento de ir a la feria del chocolate…¡no a la promoción! (everybody!)
    • Y como para olvidarse también del friki “chico para todo” que sacaba la campanilla al terminar el recreo…
    • O de Putin…
    • Mis míticos kit-kat, los míticos chicles de Jose o los míticos juegos a pastor cuando Álex perdía…
    • Y tampoco podemos olvidar a nuestro guía: Lalo, cuya cabeza tenía doble funcionalidad, ser nuestro GPS y volver locas a las irlandesas con un movimiento sexy de su melena al viento (porque yo lo valgo!) aunque Andrés, el murciano, surgió para hacerle la competencia (por cierto Andrés, no sé quién te dio la gomita… pero que sepas que había por ahí alguno que se dedicaba a picarlas…)
    • Y para terminar nuestra estancia allí… nos ponemos a pedir dinero para cerveza por donde justamente no pasaba nadie… y en unas condiciones…
Seguramente me dejo muchísimas cosas en el tintero… y sobra comentar cotilleos y sorpresas que hubo hasta después del viaje…
Y como alguien dijo alguna vez: aquí cierro la retransmisión; buenas noches y buena suerte.

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