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lunes, 27 de septiembre de 2010

Etiamsi omnes, ego non

Y cuando un universitario termina la carrera, ¿qué hace con todos esos conocimientos adquiridos durante los años? No, no me refiero a lo que pone en el título que te dan de licenciado, graduado, veterinario o arquitecto...

No.

Me refiero a esa sabiduría en cantidades industriales acumulada por el paso de los años, mucha transmitida de generación en generación, mucha adquirida a través de experimentos tipo ensayo y error, mucha alcanzada gracias a compañeros de clases, compañeros de pasillo, de colegio, de piso, vecinos que también son universitarios...

¿Acaso hay alguna asignatura que te diga cómo cuadrar un horario? ¿O algún seminario donde te expliquen cómo realizar la matrícula por Internet y después lidiar con los y las de la Secretaría, tras haber realizado una larguísima cola que incluso puede llegar a mezclarse con la de reprografía? Más aún, esa habilidad para coger apuntes cual taquígrafo con años de experiencia, hablar con el compañero, mandar algún mensaje, conectarse al tuenti, facebook, leer las noticias o el correo... Y sigue el asunto: habilidades hasta entonces ocultas como sacar el máximo rendimiento a unas pocas horas de sueño porque te has pegado la juerga padre pero tienes que ir a clase porque tienes prácticas o algo por el estilo y después de eso sólo tienes ganas de irte a dormir pero decides tomarte unas cañas... y la cosa se va de las manos, no sabes muy bien cómo y vuelves a aprovechar al máximo unas horitas de sueño... o a lo mejor no y te vas directamente a clase mientras te inyectas un café en vena.

Y es que, también es importante hacer vida social. ¿Hay alguna cátedra sobre este tema? ¿Algún departamento tiene trípticos? ¿O alguna asociación te informa de que hay exámenes que se aprueban en la cafetería? Y quien dice una cafetería, dice una fiesta cualquiera...

Mi madre suele decirme que la suerte llega estudiando y que hay que ir a clase para enterarse de las cosas... y yo siempre la contesto que hay asignaturas que no, que mejor te das una vuelta por la cafetería a ver qué se cuece por allí. Y resulta que te enteras del pie que cojea tu profesor de la asignatura hueso de la carrera y tienes que enfocar el examen desde su perspectiva ideológica. O puede que siempre ponga las mismas preguntas. O a lo mejor te planta un examen con un supuesto práctico de esos que no has visto ni en los apuntes generacionales... ¡y eso que estos magníficos apuntes vienen con soluciones algunas veces y exámenes tipo! Sí mamá, sigo pensando que hay asignaturas cuyos apuntes, manuales y compañía son infumables. Es más, el fuego lo repele aún cuando coges las fotocopias que te da el profesor y piensas "en cuanto apruebe esto, ¡a la barbacoa!".

Y ya lo de los trabajos y entregas... eso es cultura general. 

Además de saber maximizar habilidades personales tales como cómo tratar a un determinado profesor u otro,  una habilidad sumamente ventajosa es la de maximizar tiempo y dinero. La contabilidad y la economía doméstica no es un asunto exclusivamente paternal. Dejarse caer por la cafetería, fiestas, visitar a amigos que se han ido de erasmus o están estudiando en otras ciudades, salir de fiesta... cuesta de dinero. Pero no nos engañemos: merece la pena.

¿No dicen siempre los profesores que hay que conocer mundo y aprender idiomas? Pues hay veces que con clases, prácticas, trabajos, exámenes, leer libros, conocer mundo, aprender idiomas, ver películas, etc. no hay tiempo... así que algo se tuvo que inventar para que al final hubiese licenciados, graduados, veterinarios y arquitectos.

¿O no?


domingo, 26 de septiembre de 2010

Sara Waldorf y la dualidad de los fuegos artificiales

Esta es de esas historias de las que no te cansas de contar (lo he comprobado este fin de semana). Quizás sólo lo puede entender alguien que haya pasado por lo mismo. Pero es que eso de terminar la carrera y que además tengas una historia de cómo te enteraste de ello...

Esta historia comienza el viernes alrededor de las 9 de la mañana, como cualquier otro día de trabajo: llego a la oficina, buenos días a todos mientras se enciende el ordenador, vuelvo a mi mesa, fuegos artificiales que salen del cargador del portátil... no, espera, eso no es normal.
Vaya grito que di. Acudieron todos a mi mesa para ver qué pasaba y ahí estaba yo, petrificada y arrinconada sin saber qué hacer, pensando que la moqueta iba a quemarse, mi ordenador tocaba ya la marcha fúnebre... 
Bueno, al final sólo se quemó el cable del cargador y no hubo que lamentar daños mayores.

Lo curioso de todo, para quien no me conozca mucho, es el grito que di. En mi casa ya están acostumbrados a estos escándalos, puesto que mi casa es como un zoo a veces, mejor dicho, una selva donde se cuelan toda clase de bichos repugnantes y asquerosos y que, si yo no siento nada de aprecio cuando les veo aparecer sin previo aviso en lugares como, por ejemplo, encima de mi cama, a ellos tampoco les agradan mis gritos de bienvenida. Resumiendo: los gritos los oyen hasta mis vecinos. No lo puedo remediar. Pues algo así ocurrió en la ofi.

Historias de bichos aparte, ese mismo día, en la ofi, un par de horas más tarde, cuando más silencioso estaba todo, me da por mirar en la web de la Complu ¡y resulta que estaban publicadas mi notas! No todos los días se entera alguien de que es licenciada así que el grito que di fue mucho mayor que el de las 9 de la mañana. "¡¡¡¡¡¡¡¡SOY LICENCIADAAAAAAA, SOY LICENCIADAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!" 
Vinieron todos mis compis corriendo para ver si había vuelto a pasar algo con los cables. "¿¿¿QUÉ PASA, QUÉ PASA???" "¡¡¡HE APROBADO!!!" "Ah bueno... ¡¡enhorabuena!!".

Mira que les fui avisando durante toda la mañana que estaba que lo petaba todo... y al final lo peté.

Pues eso, ¡que ya soy toda una políglota! No no... espera... ¡¡POLITÓLOGA!!