No respira.
No habla.
Nadie sabe dónde habita.
Los de Greenpeace no rezan por ella.
Siembra el pánico a su paso.
Es lo malo de la Navidad en Galisteo. Lo bueno, que sólo aparece la madrugada del 25 y se va de la misma forma de la que ha llegado: por sorpresa.
No hay tiempo para pensar dos veces. ¡Huye veloz si ves venir a este ser!
No hay piedad.
No hay compasión.
Huele el miedo. Se alimenta del miedo. Aparece allí donde hay miedo.
Es el miedo.
Hay gente que afirma haberse encontrado a este ser paseando por el botellón.
Normalmente acecha a los niños. Más aún si están indefensos. Más aún si no hay padres. Más aún si no te has portado bien. Más aún si te gusta correr riesgos.
No existen muchas maneras de aplacar su ira: esconderte, protección de tus padres o correr más rápido que ella. Si puedes.
No respira.
No habla.
Nadie sabe dónde habita.
Huele el miedo.
Se alimenta del miedo.
Aparece allí donde hay miedo.
Es el miedo.
Y el miedo es libre.
domingo, 26 de diciembre de 2010
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