Da igual si es en el Marimoli o en el 1C de López Gómez.
Hace un par de años, Carol y yo nos dirigíamos allí cuando perdimos el tren en Chamartín al estilo Hollywood: las dos corriendo por el andén, con la maleta en volandas y gritando un "NOOOOOOOOOOOOO!!!!!" que se ahogaba con el arranque del tren. Pero dormimos muy bien en la pensión de mala muerte. A eso le sumamos que nos dijeron que teníamos acento de sureñas. Sureñas o de Santander. No lo tenían muy claro.
Aún recuerdo el día que Felipe subía en el ascensor del Marimoli junto con dos habitantes más del colegio, las cuales le preguntaron muy educadamente que a qué piso iba. Al 3 (jijiji). A los 10 minutos, llamaron por teléfono a mi hermana sus vecinas de habitación, porque estaban casi seguras de que habían subido en el ascensor con su padre, porque había dicho "tréh" y no tres. A ver... que no hablamos mal... ¡sino diferente! Desde entonces, Felipe es el señor del 3.
Puede que a ellos les caigamos en gracia por nuestro acento... pero nosotros nos partimos de risa cuando nos enteramos de que allí no tienen sábanas de pelito (o de osito). ¡Ni tampoco brasero! Y claro, de la mesa camilla ni hablamos. No, Lara. Una mesa camilla no se parece en nada a algo que haya en un hospital.
Y cada vez que voy, ya me pierdo menos. Y ya hasta puedo recomendar qué visitar: la Plaza Coca, Plaza Mayor (al parecer de estilo Renacentista y plagiada por Salamanca y por Madrid, pero no lo he comprobado), la Plaza de España, un intento de catedral (un proyecto que pretendía ser la mayor de Europa pero que raptaron a Juan de Herrera para el Escorial y ahí se quedó), la Antigua, el Paseo Zorrilla, el Convento de las Francesas (ahora un centro comercial), la Plaza del Milenio, Fuente Dorada y todo el santoral (San Benito, San Miguel...), Cantarrana, zsa zsa zsu (eeeeeh...no jejej esto es Shasha y Su), Sotabanco, Bagur, Julepe, Mambo, Maderal (que los jueves echan a cara y cruz si pagas o no), un Ikea gigantesco y... ¡las tiendas de galletas de chocolate!
Por cierto, lo de que hace mucho frío no es un mito. Lo de que allí apenas llueve, es un mito. Que yo cada vez que he ido, me he calado. Daba igual si iba en sandalias o en botas. Menos mal que los lugareños son muy amables. Allí fue donde yo aprendí que si alguna vez me perdía, el método infalible para encontrar el sitio que buscas es preguntar a los barrenderos. Prometo que funciona.
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