¿Andas con los pies? Pues esto lo vas a entender.
Normalmente escribo sobre historias divertidas, graciosas... pero hoy voy a hacer un punto de inflexión para hablar sobre Marypaz. Sí, esa estupendísima tienda de calzados (ahora ya bolsos también a conjunto, como no).
Pues ahí va: que fui a comprarme unos zapatos preciosos, negros, no con mucho tacón, cómodos, nada de low-cost... para ir a trabajar. Obviamente, me he puesto medias o pantys y, he aquí, que cada vez que me ponía estos zapatitos... zas! agujerito al canto. Un horror.
Así que las primeras veces te lo tomas como algo que le puede pasar a cualquier mortal... a la segunda semana ya empiezas a sospechar y antes de que termine esa semana, sabes que algo va mal y no tiene nada que ver ni con tus pies ni con tus medias, aunque estas sean de liga.
Así pues, fui a una franquicia de Marypaz que está por aquí cerca pero que no fue donde compré los zapatos, sólo quería informarme. Le comenté a la dependienta la situación, que mis zapatos tenían un defecto de fábrica justo en la puntera interior superior, una pequeña arruga que no hace daño apenas pero que rompía todas las medias. Sin pegas ni inconvenientes, me dijo con toda amabilidad que viniese con la caja y los zapatos y me los cambiaba por otro par. Toda contenta me fui a casa.
A los pocos días, hoy más bien, decidí hacer el cambio de zapatos pero en la tienda donde los compré, pensando que no iba a tener ningún problema.
Ingenua de mí. ¡Ja!
Tras explicarle la situación a la dependienta, llama a la jefa de la tienda:
Jefa de tienda: Es que no te los puedo cambiar... están usados.
Yo: Ya, pero es que tienen un defecto de fábrica, me los habéis vendido así.
Jefa de tienda: Ya, pero tú entiéndeme a mí. Yo te entiendo a ti pero no te los puedo cambiar.
Yo: Yo te entiendo a ti pero tú entiende que quiero poner una hoja de reclamaciones.
Jefa de tienda: ¿Puedes esperar? Es que tengo que llamar a mi jefe...
10 minutos más tarde y tras hablar con su jefe, me saca la hoja de reclamaciones. Relleno mi parte y cuando a ella le toca rellenar las alegaciones, ella escribe, en vez de que no me los cambia porque están usados, ¡porque no encuentra la arruga interior! ¬¬ ...
Firma, sello y para afuera con un cabreo monumental... Pero la cosa no iba a quedar así. Ni mucho menos.
Ni corta ni perezosa, en un momento me planté en el otro centro comercial, donde había otro Marypaz, donde estaba la dependienta que fui a ver la primera vez y donde no había ningún problema y que cuando expliqué la situación, me cambió los zapatos por otros exactamente iguales. Claramente, sin arrugas, previa comprobación por la dependienta y corroboración por mi parte.
¿Cuál es la moraleja? Pues que hay que mirar que los zapatos no tengan fallos ni por fuera, ni por dentro. Y si hay que poner una hoja de reclamaciones, pues se pone.
Menos mal que aún queda gente amable por el mundo que te alegran el día así sin más y sin avisar ni pedir ni esperar nada a cambio, como un señor que estaba sentado, hoy mismo, enfrente de mi, en el metro, justo cuando volvía a casa con mis zapatos ya cambiados, que sin más ni más, me pregunta: ¿Te haces tú la manicura? Sí, ¿por? Porque está muy bien hecha...
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