No hace tanto tiempo, cuando los ricos pagaban la bula en tiempos de Cuaresma y Semana Santa, el ingenio de los pobres se agudizaba para sacar lo máximo de lo mínimo disponible, pero sin pecar y sin pagar la bula.
Y ahí es donde entra en su apogeo el fervor religioso, característico de estas fechas, y la gastronomía, con manjares que perfectamente te provocan para cometer algún pecado capital.
Como las torrijas, por ejemplo.
¡Jo, qué rico! |
Más sencillo imposible: pan empapado en leche, rebozado en huevo y a la sartén. Se endulza la leche con canela, azúcar y la cáscara de un limón.
También hay más variedades. Ya sabemos que para gusto los colores.
Lo más importante es que se hagan con el ingrediente secreto, con mucho cariño.
¡Y a disfrutar!
Es lo bueno que tiene la Semana Santa, que entre procesión y procesión ¡ñam ñam!
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