No parecía hoy un día de junio... más exactamente, un día de junio en Madrid. Uno de esos calurosos en los que las abuelitas van con su paraguas-sombrilla y en el que las niñas y no tan niñas se pasean para tostarse. No. Hoy parecía que el clima británico se había trasladado a la capital. En el mismo día, unas inofensivas nubecillas se tornaron en nubarrones cargados de agua.
A última hora de la tarde he tenido que coger el autobús para ir a la facultad. Tenía que hacer una entrega de unos trabajos. Antes de salir de casa he vuelto a sacar del armario la palestina. Ya ayer tenía intención de sacarla para no congelarme en la biblioteca con el aire acondicionado. No llovía a mares... pero llovía con ganas y no paraba.
Pues nada, que llega el autobús, me monto y tras un día pegada al ordenador y sin hacer otra cosa que trabajos para entregar, aunque ya los tenía hechos, yo seguía en mi mundo al montar en el bus.
Me siento.
- ¿Colonia Jardín? ¿Colonia Jardín? ¿H?
Oigo que me dicen desde dos asientos a mi derecha.
Al principio no entendía nada, el acento me resultó irreconocible...
Era una señora que quería bajarse en la parada de Colonia Jardín.
Y ahí estaba yo, sentada, que ni me apetecía sacar los auriculares para escuchar musicota... creo que es ese efecto embelasador que tiene la lluvia, que te atrae de tal forma al mirar que no puedes evitar no hundirte en tus propios pensamientos.
Le dije a la señora que no se preocupara, que la avisaría cuando fuese su parada. Y así fue, la avisé cuando llegó a su destino y me dio muy amablemente las gracias. Mi buena acción del día.
Creo que fue un poco de todo: que el paisaje está todo verde de todo lo que ha llovido meses atrás, que aún hoy llovía sin ser el típico clima pre-veraniego de la época, que la señora necesitaba un poco de ayuda...
Y fue justo que me acordé de que hace ya algún tiempo, yo me encontraba en una situación parecida: era de noche, en un país en el que no hablaba muy bien el idioma y tenía que volver a casa. En principio no parecía complicado el asunto. La ciudad contaba con un buen sistema de búhos e, incluso, con una persona en información para que gente como yo preguntase cual debía coger. Y así fue, pregunté, busqué el búho correcto, me senté y vi como poco a poco la gente se iba bajando. Yo estaba convencida de que reconocería mi barrio y cuando así fuese, me bajaría. No hubo suerte. Se bajó toda la gente del autobús. Y yo allí, sentada como si nada, cuando me avisa el conductor que esa es la última parada y que me tengo que bajar.
Cualquiera que me conozca se puede imaginar mi cara de tragedia griega. Si hubiese sido un dibujo de un cómic, habrían aparecido interrogantes a diestro y siniestro encima de mi cabeza.
El conductor parecía avispado... o eso o en verdad la cara que puse le dio pena...
Era muy de noche y estaba en un autobús del que me tenía que bajar y que en ese momento no tenía ni idea de dónde estaba, ni si cerca ni si lejos o muy lejos.
Pero aquel conductor se ganó el sueldo aquella noche e hizo la buena acción del año: muy amablemente me tranquilizó, me preguntó dónde vivía. Una vez más, mi suerte sólo me había hecho un guiño pero no me había abandonado del todo: el conductor me dijo que conocía mi calle y que estaba a unos cinco minutos de allí. Así pues, ni corto ni perezoso, cerró las puertas del bus y para allá que me llevó. Obviamente, mi cara pasó de tragedia griega a alegría desbordante. Se portó como un héroe, ¡sí señor!
Bien pensado ahora, a lo mejor le da por llevarme a algún sitio por ahí más oscuro... bah! Esta historia tiene un final feliz: me llevó hasta mi calle, todo un detallazo teniendo en cuenta que se había salido de su ruta. Y llegué a casa. Antes de bajar del autobús me preguntó: Are you happy now? Y con una gran sonrisa le dije: I am. Y él también me sonrió.
Ojalá este tipo de heroísmos sea contagioso... conmigo ha funcionado.
3 comentarios:
jajaj que suerte,que hombre tan majo,yo es una de las cosas a las que más panico le tengo,perderme y quedarme sola a la hora de volver a casa por la noche jaja.Yo soy de galicia,pero a partir de este verano estaré por ahí por Madrid y me da miedo armarla en los medios de transporte jajaja soy un casoo!!
jeje no te creas que yo más de una vez también la he liado, este caso tiene un final feliz pero en otras situaciones lo he pasado mal...
lo que yo recomiendo siempre es hacer los deberes antes de salir y preguntar a vecinos o, incluso mejor, barrenderos! los barrenderos son mejores que el google maps xD
tampoco está de más en los tiempos que corren, echar un vistazo por Internet ;)
Para que no os vuelva a pasar llevar siempre a mano un buen GPS actualizado...y si no os van las nuevas tecnologías, solo os queda preguntar como hemos hecho toda la vida! :)
Otra opción aparte de los barrenderos son los carteros...eso si que saben donde estás y dónde quieres ir!!!
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